
Al final por mucha imaginación y humor que le pongamos, no podremos quitarnos cierta patina de tristeza y resignación, porque aunque hagamos las rosas caseras, regalemos libros que no hemos recogido aún o hagamos un vale para cambiar cuando se levante el confinamiento no podremos emular el pálpito de las calles, el ruido y la emoción que impregna ese el día.
Ahora si me disculpáis me voy a meter debajo de la sábana hasta el viernes.
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