"Una persona era com la densa bardissa d'un bosc, embolicada en un batibull de tiges enfiladisses, males herbes, matolls, brots i flors. No hi havia una sola perona que contingués una emoció única, ni un sol desig. Tothom en tenia molts, de desigs, que sovint entraven en conflicte els uns amb els altres com dos rosers lluitant pel mateix tros de terra."
Últimamente oscilo entre la relectura y el reencuentro-redescubrimiento de autores. En este caso la novela me ha servido para volver a leer a Sanderson; con el que había empezado muy fuerte en 2017, pero que pinché en 2020 con Elantris (no es que no me gustará, simplemente me pareció flojilla respecto a otras lecturas). Pero como de todo esto no parece enterarse la parte contratante, pues me vi con esta edición especial de regalo de cumpleaños.
Cierto que me he tomado mi tiempo, pero al final casi me sentía un poco culpable y decidí darle una oportunidad; y en un giro inesperado me encontré con una novela que si no te das cuenta te la lees de una sentada y que a la vez incluye reflexiones que te hacen pararte y releer para extraer todo lo que encierran.
La novela habla sobre el arte y la falsificaciones (a nivel estético o ético), pero se entreteje con política, moral, la naturaleza humana... Es una historia de conceptos enfrentados sobre cómo percibimos la realidad y eso nos condiciona (ej. el diálogo sobre la pared y su preferencia), pero a la vez va mucho más allá.
Shai es una falsificadora que ha sido capturada, pero le ofrecen perdonarle la vida si realiza un encargo para el Imperio: crear una piedra del alma que contenga una falsificación del emperador. Para realizar la tarea tiene cien días, mientras tanto los árbitros del imperio mantendrán la falsa de que el emperador, tras el atentado, simplemente está herido (no catatónico).
La Shai sabe que es una misión imposible y que aunque la realizara, los árbitros no cumplirán su promesa; así que empieza a planear su huída.
En este juego de mentiras, en la que todos intentan adivinar el siguiente movimiento de su oponente y sacar ventaja, Shai va adentrándose en la personalidad del emperador y va congeniando con la persona que pudo ser, comprende cómo se desvió del camino y ello le lleva a intentar terminar la falsificación (aunque también está la satisfacción de poder sentar en el trono una de sus obras).
Durante estos cien días de encierro Shai tiene conversaciones con Gaotona (el más anciano de los árbitros) que empiezan con la desconfianza normal, pero que poco a poco los situará al margen del resto del juego y entablando una relación lo más honesta posible y de comprensión.
Según se desarrolla la historia vamos teniendo más pinceladas de este entramado, que al igual que la habitación de Shai, va adquiriendo una apariencia diferente de la que tenía en un inicio.
Otro punto a destacar es la relación entre Gaotona y Shai, que en ciertos momentos me ha recordado el tema recurrente del mentor-alumno (salvando las diferencias).
En resumen, una novela breve que da para mucho ya que se adentra en temas profundos, además con magia que siempre es un plus.