"Los montañeses no eran como los demás navarros. No era sólo una cuestión de religiones o creencias, de viejas costumbres o modos de vida. La existencia en aquellos parajes, rodeada de altas montañas, alejada de los centros de poder, aislada de influencias extrañas, era dura y había marcado el carácter de sus habitantes."
Lo diré llanamente y sin rodeos: definitivamente no me ha gustado el libro. Según iba transcurriendo la trama, más decepcionada me sentía, y es que después de "La voz de Lug" me esperaba una lectura más intensa.
La historia no me ha enganchado, los personajes me han parecido arquetipos simples y los datos históricos están metidos a calzador e interrumpen bastante el ritmo (a veces ni siquiera interesan para el desarrollo de la historia y tampoco sabes a que viene en ese momento ese comentario); además la narración no favorece la fluidez, ya que el uso constante de comas, frases subordinadas... hace que la lectura sea un ejercicio de análisis digno de un examen de selectividad.
El libro intenta abarcar un periodo de 10 años en la vida de varios personaje, aunque al final este recorrido se queda en una superflua enumeración de hechos.
Por un lado tenemos al maestro de obras Bertrand Detroyes, que huye con su hija cuando su mujer es quemada por herejía (era cátara), y acaba en un pueblo donde conoce a los Bozat, una familia de montañeses que practican la religión pagana de sus ancestros (agotes).
Por otro lado está Robert Lepetit, el malo malísimo que tras sucumbir a los encantos de una mujer cátara y practicar su religión decide volver a la verdadera fe y castigar la herejía con mano dura. Se convierte así en un inquisidor temible y aunque pierde el favor del pontífice seguirá con su cruzada personal (sobre todo contra Bertrand Detroyes, ya que conoce un oscuro secreto del inquisidor).
Durante toda la novela tenemos de trasfondo los conflictos religiosos y el deseo de imposición del cristianismo; sin embargo, no logra el efecto de perdida y de lucha condenada al olvido que consigue con "La voz de Lug"; es más, el destino final de los personajes me ha dado igual y he cerrado con un "pues vale".
Para terminar la retahíla de frustraciones un último apunte; y es que un elemento que me ha parecido tan llamativo como es el juego de la oca, es nombrado de pasada y aunque juega un papel más o menos relevante en la trama no se profundiza en su simbología (que después de tanto dato, ya le vale no añadir algo sobre este juego).
La historia no me ha enganchado, los personajes me han parecido arquetipos simples y los datos históricos están metidos a calzador e interrumpen bastante el ritmo (a veces ni siquiera interesan para el desarrollo de la historia y tampoco sabes a que viene en ese momento ese comentario); además la narración no favorece la fluidez, ya que el uso constante de comas, frases subordinadas... hace que la lectura sea un ejercicio de análisis digno de un examen de selectividad.
El libro intenta abarcar un periodo de 10 años en la vida de varios personaje, aunque al final este recorrido se queda en una superflua enumeración de hechos.
Por un lado tenemos al maestro de obras Bertrand Detroyes, que huye con su hija cuando su mujer es quemada por herejía (era cátara), y acaba en un pueblo donde conoce a los Bozat, una familia de montañeses que practican la religión pagana de sus ancestros (agotes).
Por otro lado está Robert Lepetit, el malo malísimo que tras sucumbir a los encantos de una mujer cátara y practicar su religión decide volver a la verdadera fe y castigar la herejía con mano dura. Se convierte así en un inquisidor temible y aunque pierde el favor del pontífice seguirá con su cruzada personal (sobre todo contra Bertrand Detroyes, ya que conoce un oscuro secreto del inquisidor).
Durante toda la novela tenemos de trasfondo los conflictos religiosos y el deseo de imposición del cristianismo; sin embargo, no logra el efecto de perdida y de lucha condenada al olvido que consigue con "La voz de Lug"; es más, el destino final de los personajes me ha dado igual y he cerrado con un "pues vale".
Para terminar la retahíla de frustraciones un último apunte; y es que un elemento que me ha parecido tan llamativo como es el juego de la oca, es nombrado de pasada y aunque juega un papel más o menos relevante en la trama no se profundiza en su simbología (que después de tanto dato, ya le vale no añadir algo sobre este juego).
Autor | Toti Martínez de Lezea |
Editorial | Maeva |
Precio Aprox. | 19 Eur. |
Sentimiento* | aaggghhh! |
Valoración |
|
Obtenido en | Bibliotecas de Barcelona |
No hay comentarios:
Publicar un comentario