lunes, 1 de julio de 2024

La tierra permanece (George R. Stewart)

"Ya no tenía sueño y se quedó sentado en el sillón. No quería acostarse. Esperaba que el fin llegase pronto y con dignidad, y que no se alargase demasiado. Hubo una nueva disminución de intensidad y pensó <<¡Ya está!>>. Pero los filamentos aguantaron, apenas con un leve color cereza."

El día que fui a ver una opera de Wagner me aseguraron que eso significaría un ante y después, que ninguna otra opera me parecería lo mismo una vez iniciada en el mundo de Wagner. Pues algo similar pasa con esta novela sobre el fin del mundo, ahora el resto tendrá que vivir a la sombra de este gran clásico, y la lectura de las otras novelas apocalípticas no será lo mismo.

El fin de la civilización llega a través de una epidemia (no a través de la guerra, como el propio protagonista reflexiona) y en este nuevo escenario Isherwood, uno de los pocos supervivientes, comienza su viaje de adaptación. La primera acción que supone un punto de inflexión para el protagonista es romper un cristal para entrar en una tienda y leer los periódicos; esto supone un detonante que le hace consciente de que las viejas normas, de momento, no son aplicables.
Con la civilización asolada, Ish recorre parte de EEUU para ver la situación y recopilar la información de lo sucedido (su perspectiva científica lo empuja); finalmente regresa y se instala en la casa de su infancia; donde logrará consolidar un pequeño grupo de personas.

Año tras año la Tribu evoluciona, crece y se adapta a la nueva realidad; mientras Ish contempla los cambios en el entorno: los edificios que se deterioran, el avance de las malas hierbas, los ciclos de plagas de diferentes animales... e intenta reconstruir las bases para una nueva civilización. 
Sus intentos de dejar de ser carroñeros, no llegan a materializarse ya que la oposición del grupo es demasiado, además cree firmemente que el principio sobre el que sustentar la reconstrucción es la educación, pero no ha logrado que ninguno de los pequeños sea capaz de leer y escribir con fluidez (excepto Joey). 

Ish es el último norteamericano que asiste a la muerte de los Viejos Tiempos y que, a su vez, es testigo del surgimiento de un nuevo ente social que nada tiene que ver con él. Al final se puede percibir cierta resignación ante los acontecimientos, pero no se ha ahorrado esfuerzos en su empeño y ha pasado de una comedida adaptación a un optimismo canalizado a través de pensamientos, rabia, decepción, melancolía... pero sobre todo, la sensación de pena por la pérdida de aquello que fue.

La novela ofrece imágenes muy poéticas del paso del tiempo y el deterioro de las ciudades, además de ahondar en la imposibilidad de resurgir de la civilización. Durante la lectura nos encontramos con temas como la ausencia de religión, la creación de tabúes, la educación como herramienta cultural, el problema de medir el tiempo, la capacidad de un grupo de configurarse en estado y dictar sus leyes...  además de incluir mucho simbolismo y una gran cantidad de referencias religiosas (sobre todo tener presente Eclesiastés 1:4)
Sin embargo, para dar cierto respiro al lector, la obra está salpicada de fragmentos en cursiva, que aunque relacionados (en un primer momento pensé que eran anotaciones de Ish), rompen momentáneamente el transcurso de la lectura.

Después de leerla no tengo ninguna duda a por qué es considerada un gran clásico (una pena que sea la única obra de Ciencia Ficción de este autor).
Ahora bien, si la leéis ateneros a las consecuencias: habréis leído una gran obra, pero el resto perderá patina.

AutorGeorge R. Stewart
EditorialGigamesh
Precio Aprox.8 Eur.
Sentimiento*Quilo ochocientos gramos
Valoración

Obtenido enBibliotecas de Barcelona

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