"-Ahí estaba llegando.-Gira la silla hasta que queda casi de frente a la gran pantalla que tengo a la derecha. Clava un dedo en la alfombrilla del ratón y me encojo, pero en vez de surgir grandes chispas moradas y alguna manifestación espantosa devora almas, simplemente se activa el Windows. (No es que hay mucha diferencia): Casi empiezo a relajarme, pero entonces reconozco lo que está invocando y el estómago me da un vuelco de abyecto horror."
Creo que me he hecho adicta a esta cosa o me han hecho una invocación, no lo tengo nada claro. La primera entrega de "Los expedientes de la Lavandería" me dejo con una sensación ambigua porque me perdía bastante durante los párrafos más técnicos, pero durante esta segunda entrega no he tenido esa sensación y me lo he pasado increíble (y es más que sorprendente si tenemos en cuenta que no soy nada fan de James Bond).
Esta segunda entrega sigue un patrón bastante similar a la otra novela: Bob es convocado para una misión de campo. En este caso se trata de detener a un gran magnate que pretende recuperar del fondo del océano un submarino soviético que contiene un antiguo artefacto (nombre en clave "Jennifer Morgue"), pero ello desataría repercusiones no deseadas por parte de los primigenios.
Sin embargo, esta misión no es de lobo solitario y debe colaborar con Ramona (empleada de la Cámara Negra que utiliza un glamour 3). Para evitar los handicaps asociados les realizan un entrelazamiento (que les permite comunicarse telepáticamente, compartir experiencias sensoriales...) y ambos se trasladan al Caribe con la intención de infiltrarse en el entorno de su objetivo y frustrar sus planes.
Se trata de una misión que requiere vestimenta elegante, visitar casinos, enfrentarse a malos en un barco, tener una chica guapa (al menos el arquetipo)... y por supuesto algunos martinis.
Todo ello confluye en una historia que quizás tenga menos puntos de humor, pero que compensa con un ritmo acelerado de acción, situaciones de todo tipo y un sinfin de cachibaches-tecnologicos (me ha hecho gracia que incluyera la frase de Arthur C. Clarke).
Esta bebida agitada, no revuelta, combina muy bien el imaginario de James Bond con el universo de los mitos de Lovecraft (imprescindible leer "Las sombras sobre Innsmouth" para tener más referentes sobre algunos aspectos que trata la novela) y os hará un pasar un buen rato.
Además el libro incluye el relato "Pimpf "y el ensayo de "La edad de oro del espionaje".
El primero es una delirante mazmorra (que para una friki del WoW ha sido una delicia), pero que sigue jugando con algunos referentes de James Bond (ej: la División Q).
A Bob le asignan un becario y como es de esperar la lía parda; pero como están en la Lavandería no es que haya borrado un fichero o rellenado mal un impreso; sino que acaba abducido por un juego y capturado por una hechicera nivel veinte.
No queda otra que realizar una incursión para rescatarlo y derrotar a la hechicera.
Por lo que respecta al ensayo, aporta datos interesantes sobre el espionaje y su imaginario (más si no eres una mega aficionada como yo).
Un broche perfecto para una lectura entretenida, trepidante y con alguna que otra perlita.
Autor | Charles Stross |
Editorial | Insólita |
Precio Aprox. | 23 Eur. |
Sentimiento* | Arquetipos |
Valoración | |
Obtenido en | Bibliotecas de Barcelona |
PD: Y lo peor es que después de salvar al mundo, Bob tendrá que presentar todas las facturas de gastos (a ver como justifica las apuestas) y seguramente le harán una auditoria.
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