"El día transcurría penosamente. Los pasajeros permanecían cada uno en su camarote, evitándose con una repulsión casi física, y ansiosos por volver a hallarse bao la superficie terrestre. Eran ocho o diez, en su mayoría hombres, que habían sido enviados desde las guarderías públicas para vivir en las habitaciones de los que habían muerto en diversos lugares del globo."
Me resulta chocante que esta distopía haya sido escrita por la misma persona que "Una habitación con vistas". Sin embargo, lo que me ha desconcertado aún más es que, según la introducción, los temas centrales de esta novela corta están presentes en el resto de las obras del autor y eso presagiaba una constante preocupante (dado mi anterior encontronazo con Foster).
Ahora bien, contra todo pronóstico "La Máquina se para" me ha fascinado. Y no sé si trata los mismos temas o no; la verdad que poco me ha importado a la hora de descubrir el declive de un mundo, la perdida del concepto de belleza, el deseo por conocer y de desentrañar la complejidad que muestra uno de los personajes o como surge el germen de la religión cuando todo empieza a fallar... Todos estos aspectos construyen un relato postapocalíptico complejo y sorprendente.
Condensados en muy pocas páginas encontramos una Tierra que ha sido abandonada, ya que no es posible la vida en ella, y donde las personas se han confinado y creado un mundo subterráneo. Esta nueva sociedad vive encerrada en pequeños cubículos, sin contacto físico, y donde todo está automatizado y gestionado por la Máquina; la población se dedica a la búsqueda de ideas y realizar teleconferencias bajo el constante zumbido de la máquina (una especie de ruido blanco que les reconforta).
En este contesto Vasthi recibe la llamada de su hijo, que le pide que la vaya a ver para comentarle algo que no quiere hacer por videoconferencia. A pesar de no ser habitual, ella acaba cogiendo una aeronave para ver a Kuno, el cual le cuenta que ha estado en la superficie. Ella recrimina su peligroso comportamiento y le recuerda que tales hechos conllevan una condena de desahucio (lo que prácticamente es una condena a muerte).
Vasthy regresa a su cubículo e intenta continuar con su vida, pero pasados unos años su hijo vuelve a ponerse en contacto con ella para avisarle de que la máquina se está parando. Y a pesar de su escepticismo empieza a observar como las cosas empiezan a fallar poco a poco hasta que la máquina deja de proporcionar alimentos, las luces se apagan y finalmente el zumbido se detiene (la escena final es un broche de oro a una secuencia de acontecimientos).
La novela muestra una radiografía que indudablemente nos recuerda el confinamiento del covid, pero creo que sería una comparación demasiado obvia y un demasiado escueta de una obra que es en definitiva una versión de la Alegoría de la Cueva de Platón.
Autor | E. M Foster |
Editorial | El Salmón |
Precio Aprox. | 14 Eur. |
Sentimiento* | Ruptura |
Valoración | |
Obtenido en | Bibliotecas de Barcelona |
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