martes, 4 de marzo de 2014

Galerada: Emet (II)

Como ya os comente el mes pasado en esta sección contaremos con la colaboración de Darov y sus escritos, y hoy continuamos con el relato de "Emet".

No quiero enrollarme mucho, ya que el protagonista es la historia; quizás merezca la pena que reviséis o leáis por primera vez la anterior parte para poneos al día y sumergíos en este increíble mundo.

El próximo mes terminaremos con este fantástico relato y os aseguro que merece la pena esperar para leer el final de "Emet".



III
El mismo Leidenfrost accionó el botón de apertura de la puerta de su apartamento. Era alto y delgado, tenía el mentón largo y la mandíbula ancha, y el color azabache de su cabello contrastaba con la blancura de sus dientes. ¿Joven? ¿Viejo? ¿Cincuenta? ¿Cuarenta años? Nadie hubiese podido decirlo y mucho menos preguntarlo.
- Buenas tardes. Usted es el señor Parry, ¿verdad? – la voz del biotecnomédico era de barítono.
- Así es, encantado de conocerle doctor. – ¿qué si era el señor Parry? Pues claro, al menos a tenor de la verificación de ADN al que le había sometido la seguridad del edificio.
Con un gesto el periodista fue invitado a tomar asiento en uno de los sofás. Tras sentarse, John abrió su maletín y buscó su grabador.
- ¿Le importa que grabe la conversación? – preguntó mientras colocaba sobre la mesa de metacrilato un objeto del tamaño de un terrón de azúcar.
- Por supuesto que no. – respondió el doctor con una sonrisa.
A John le pareció recordar que los lobos les dedicaban muecas parecidas a los corderos antes de devorarlos, o al menos así lo decían los anticuados cuentos que había oído desde niño.
Leidenfrost estaba de pie, de espaldas a un amplio ventanal, con las manos en los bolsillos, y le miraba fijamente.
- ¿Qué opina de nuestra profesión señor Parry? – la pregunta tomó por sorpresa al periodista.
- ¿De la de biotecnomédico?... – el doctor asintió. –que es imprescindible. ¿Por qué lo dice?
- ¿No cree que somos unos fracasados engreídos?
- No, no lo creo – balbuceó John.
- He de decirle que yo opino lo contrario. Hace décadas que Kapek ideó el primer robot semiorgánico, por ello la humanidad lo elevó a la categoría de semidiós pero, ¿hemos hecho algún avance en los últimos tiempos? ¿nos hemos acercado al objetivo, al ideal que impulsó al señor Kapek? -Leidenfrost fijó su mirada en John, como retándole a objetar algo.
- Los últimos avances de Clark en el cultivo de células modificadas genéticamente han permitido que…
- ¡Eso son sólo fruslerías! Mejoras estéticas, intentos vanos e infantiles. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué nuestros RS tienen aspecto antropomórfico? ¿por qué les proporcionamos un sistema que mantenga una temperatura externa constante? Para provocar en nosotros las emociones que nuestras creaciones no tienen, como esos perros que agitan la cola y sacan la lengua para agradar a sus amos. Tienen la misma conciencia de su propia existencia que ese grabador que hay sobre la mesa… -el doctor hizo una teatral pausa, bajando la mirada lentamente sobre el desconcertado periodista- ¿conoce la leyenda del Golem?
- Lo cierto es que no.
- Veo que no es aficionado a la literatura antigua. El golem era un ser mítico, hecho de barro, al que se le grababa en su frente la palabra hebrea emet, que significa “verdad”. Esta palabra le confería vida, la única forma de destruirlo era borrando una de las letras para formar la palabra met, muerte. Sin embargo, era una criatura sin alma.
- Es solamente cuestión de tiempo señor Leidenfrost…
- Doctor, si no es molestia.
- …doctor Leidenfrost. La colaboración de biotecnomédicos con expertos genetistas dará sus frutos en menos de una década. – John no sabía a dónde quería ir a parar su interlocutor, o estaba loco o había descubierto algo verdaderamente importante. - Pronto los RS tendrán centros de proceso biológicos, con un funcionamiento similar a un cerebro primitivo.
- Sus investigaciones no llevarán a ningún lado. Los genetistas son simples sastres, cortan y cosen sus patrones siguiendo las instrucciones de la Naturaleza. Pero señor Parry, esos patrones son defectuosos. Los radicales libres acaban con sus creaciones, incluso lo que ellos llaman el lenguaje de la vida es imperfecto, degenerado. Kapek era un visionario pero la vida de un hombre es demasiado corta; simplemente colocó la primera piedra de nuestra gran obra. ¿Sabe cómo empezó nuestro Gran Kapek? Como tecnomédico colocaba implantes mecánicos a mineros en una clínica centroeuropea. Fue lo que le hizo darse cuenta de que trabajaba sobre el mismo barro que utilizaban los cabalistas con su golem. ¿De qué servía implantarle a un hombre una extremidad, capaz de soportar esfuerzos de varios cientos de megapascales, si sus huesos se quebraban? Señor Parry, los biotecnomédicos han perdido el tiempo, es hora de dejar de cortar patrones, es el momento de diseñarlos. Los genetistas cortan y pegan bases nitrogenadas, “fabrican” seres vivos. Pero nosotros somos biotecnomédicos debemos “crear”.
- ¿Insinúa que ha logrado diseñar un nuevo modelo de RS, mejor que los actuales?
- Por supuesto que no. – la expresión del rostro de doctor se endureció-. No escucha lo que le digo, los RS son imperfectos en el origen de su concepción. ¿Conoce los trabajos de Niven?
- Recuerdo que había estado trabajando en un transportador de partículas, pero se demostró que su funcionamiento era imposible.
- Se demostró que los requerimientos energéticos para disgregar un ser vivo en sus partículas elementales y transportarlo incluso unas décimas de centímetro eran muy elevados. – puntualizó – Pero, si en lugar de partir de un ser vivo partiésemos de un sistema más desorganizado y, por añadidura, mucho menos complejo; entonces el mismo Niven demostró matemáticamente que la energía necesaria, aunque enorme, estaba dentro de las posibilidades de la tecnología humana.
El doctor Leidenfrost hizo una pausa en su disertación. Parry observó que unas antiguas persianas venecianas cubrían ahora el ventanal de la sala de estar, de forma que la luz rojiza del atardecer se proyectaba, atenuada su intensidad, sobre la estancia.
- De esa forma, si podíamos transportar esas partículas elementales y reproducir su estado inicial, ¿no podríamos también cambiar ese estado final? Niven pensó que merecía la pena intentarlo y yo mismo me encargué de financiar su investigación. Pero el diseño era muy primitivo y no funcionó de la forma en la que yo esperaba: existía cierta incertidumbre. Sin embargo, fue resuelto irónicamente por ingenieros genéticos. Como sabe el ADN se encuentra en una forma muy compacta en las células de los seres vivos. De forma que para su correcta manipulación era necesario “desenrollar” estas cadenas de ADN. Desde hace décadas estos científicos utilizan lo que han dado en denominar “pinzas láser”, capaces de ejercer fuerzas minúsculas sobre estas moléculas, pero suficientes para realizar pequeñas manipulaciones.
- ¿Quiere decir que ha utilizado los trabajos de Niven para desarrollar técnicas de producción de RS más avanzadas? – eso sería una buena portada para el próximo número.
- Es usted un lerdo, señor Parry, lo que trato de decirle es que si la mente preclara de un gran científico lo desease, podría construir un nuevo golem pero esta vez no estaría hecho de barro y sin ningún género de dudas estaría VIVO.
John se puso en pie.
- ¡Eso es…! ¡Eso es imposible! Sería como usurpar el papel de Dios, un ser creado de esa forma sería una abominación sin alma –su vehemencia y la velocidad con que la palabra Dios acudió a su mente, sorprendieron al propio Parry.
- Si no lo cree le invito a que mañana asista a la conferencia de prensa que tendrá lugar en el edificio Kapek. Lo verá con sus propios ojos.

Continuará

By Darov

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