Como ya os comente el mes pasado en esta sección contaremos con la colaboración de Darov y sus escritos, y hoy continuamos con el relato de "Emet".
No quiero enrollarme mucho, ya que el protagonista es la historia; quizás merezca la pena que reviséis o leáis por primera vez la anterior parte para poneos al día y sumergíos en este increíble mundo.
El próximo mes terminaremos con este fantástico relato y os aseguro que merece la pena esperar para leer el final de "Emet".
El próximo mes terminaremos con este fantástico relato y os aseguro que merece la pena esperar para leer el final de "Emet".
III
El
mismo Leidenfrost accionó el botón de apertura de la puerta de su
apartamento. Era alto y delgado, tenía el mentón largo y la
mandíbula ancha, y el color azabache de su cabello contrastaba con
la blancura de sus dientes. ¿Joven? ¿Viejo? ¿Cincuenta? ¿Cuarenta
años? Nadie hubiese podido decirlo y mucho menos preguntarlo.
-
Buenas tardes. Usted es el señor Parry, ¿verdad? – la voz del
biotecnomédico era de barítono.
-
Así es, encantado de conocerle doctor. – ¿qué si era el señor
Parry? Pues claro, al menos a tenor de la verificación de ADN al que
le había sometido la seguridad del edificio.
Con un gesto el periodista fue
invitado a tomar asiento en uno de los sofás. Tras sentarse, John
abrió su maletín y buscó su grabador.
-
¿Le importa que grabe la conversación? – preguntó mientras
colocaba sobre la mesa de metacrilato un objeto del tamaño de un
terrón de azúcar.
-
Por supuesto que no. – respondió el doctor con una sonrisa.
A John le pareció recordar que los
lobos les dedicaban muecas parecidas a los corderos antes de
devorarlos, o al menos así lo decían los anticuados cuentos que
había oído desde niño.
Leidenfrost estaba de pie, de
espaldas a un amplio ventanal, con las manos en los bolsillos, y le
miraba fijamente.
-
¿Qué opina de nuestra profesión señor Parry? – la pregunta tomó
por sorpresa al periodista.
-
¿De la de biotecnomédico?... – el doctor asintió. –que es
imprescindible. ¿Por qué lo dice?
-
¿No cree que somos unos fracasados engreídos?
-
No, no lo creo – balbuceó John.
-
He de decirle que yo opino lo contrario. Hace décadas que Kapek ideó
el primer robot semiorgánico, por ello la humanidad lo elevó a la
categoría de semidiós pero, ¿hemos hecho algún avance en los
últimos tiempos? ¿nos hemos acercado al objetivo, al ideal que
impulsó al señor Kapek? -Leidenfrost fijó su mirada en John, como
retándole a objetar algo.
-
Los últimos avances de Clark en el cultivo de células modificadas
genéticamente han permitido que…
-
¡Eso son sólo fruslerías! Mejoras estéticas, intentos vanos e
infantiles. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué nuestros RS tienen
aspecto antropomórfico? ¿por qué les proporcionamos un sistema que
mantenga una temperatura externa constante? Para provocar en nosotros
las emociones que nuestras creaciones no tienen, como esos perros que
agitan la cola y sacan la lengua para agradar a sus amos. Tienen la
misma conciencia de su propia existencia que ese grabador que hay
sobre la mesa… -el doctor hizo una teatral pausa, bajando la mirada
lentamente sobre el desconcertado periodista- ¿conoce la leyenda del
Golem?
-
Lo cierto es que no.
-
Veo que no es aficionado a la literatura antigua. El golem era un ser
mítico, hecho de barro, al que se le grababa en su frente la
palabra hebrea emet,
que significa “verdad”. Esta palabra le confería vida, la única
forma de destruirlo era borrando una de las letras para formar la
palabra met,
muerte. Sin embargo, era una criatura sin alma.
-
Es solamente cuestión de tiempo señor Leidenfrost…
-
Doctor, si no es molestia.
-
…doctor Leidenfrost. La colaboración de biotecnomédicos con
expertos genetistas dará sus frutos en menos de una década. –
John no sabía a dónde quería ir a parar su interlocutor, o estaba
loco o había descubierto algo verdaderamente importante. - Pronto
los RS tendrán centros de proceso biológicos, con un funcionamiento
similar a un cerebro primitivo.
-
Sus investigaciones no llevarán a ningún lado. Los genetistas son
simples sastres, cortan y cosen sus patrones siguiendo las
instrucciones de la Naturaleza. Pero señor Parry, esos patrones son
defectuosos. Los radicales libres acaban con sus creaciones, incluso
lo que ellos llaman el lenguaje de la vida es imperfecto, degenerado.
Kapek era un visionario pero la vida de un hombre es demasiado corta;
simplemente colocó la primera piedra de nuestra gran obra. ¿Sabe
cómo empezó nuestro Gran Kapek? Como tecnomédico colocaba
implantes mecánicos a mineros en una clínica centroeuropea. Fue lo
que le hizo darse cuenta de que trabajaba sobre el mismo barro que
utilizaban los cabalistas con su golem. ¿De qué servía implantarle
a un hombre una extremidad, capaz de soportar esfuerzos de varios
cientos de megapascales, si sus huesos se quebraban? Señor Parry,
los biotecnomédicos han perdido el tiempo, es hora de dejar de
cortar patrones, es el momento de diseñarlos. Los genetistas cortan
y pegan bases nitrogenadas, “fabrican” seres vivos. Pero nosotros
somos biotecnomédicos debemos “crear”.
-
¿Insinúa que ha logrado diseñar un nuevo modelo de RS, mejor que
los actuales?
-
Por supuesto que no. – la expresión del rostro de doctor se
endureció-. No escucha lo que le digo, los RS son imperfectos en el
origen de su concepción. ¿Conoce los trabajos de Niven?
-
Recuerdo que había estado trabajando en un transportador de
partículas, pero se demostró que su funcionamiento era imposible.
-
Se demostró que los requerimientos energéticos para disgregar un
ser vivo en sus partículas elementales y transportarlo incluso unas
décimas de centímetro eran muy elevados. – puntualizó – Pero,
si en lugar de partir de un ser vivo partiésemos de un sistema más
desorganizado y, por añadidura, mucho menos complejo; entonces el
mismo Niven demostró matemáticamente que la energía necesaria,
aunque enorme, estaba dentro de las posibilidades de la tecnología
humana.
El doctor Leidenfrost hizo una pausa
en su disertación. Parry observó que unas antiguas persianas
venecianas cubrían ahora el ventanal de la sala de estar, de forma
que la luz rojiza del atardecer se proyectaba, atenuada su
intensidad, sobre la estancia.
-
De esa forma, si podíamos transportar esas partículas elementales y
reproducir su estado inicial, ¿no podríamos también cambiar ese
estado final? Niven pensó que merecía la pena intentarlo y yo mismo
me encargué de financiar su investigación. Pero el diseño era muy
primitivo y no funcionó de la forma en la que yo esperaba: existía
cierta incertidumbre. Sin embargo, fue resuelto irónicamente por
ingenieros genéticos. Como sabe el ADN se encuentra en una forma muy
compacta en las células de los seres vivos. De forma que para su
correcta manipulación era necesario “desenrollar” estas cadenas
de ADN. Desde hace décadas estos científicos utilizan lo que han
dado en denominar “pinzas láser”, capaces de ejercer fuerzas
minúsculas sobre estas moléculas, pero suficientes para realizar
pequeñas manipulaciones.
-
¿Quiere decir que ha utilizado los trabajos de Niven para
desarrollar técnicas de producción de RS más avanzadas? – eso
sería una buena portada para el próximo número.
-
Es usted un lerdo, señor Parry, lo que trato de decirle es que si la
mente preclara de un gran científico lo desease, podría construir
un nuevo golem pero esta vez no estaría hecho de barro y sin ningún
género de dudas estaría VIVO.
John se puso en pie.
-
¡Eso es…! ¡Eso es imposible! Sería como usurpar el papel de
Dios, un ser creado de esa forma sería una abominación sin alma –su
vehemencia y la velocidad con que la palabra Dios acudió a su mente,
sorprendieron al propio Parry.
-
Si no lo cree le invito a que mañana asista a la conferencia de
prensa que tendrá lugar en el edificio Kapek. Lo verá con sus
propios ojos.
Continuará
By Darov
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