lunes, 10 de julio de 2023

Apocalipsis suave (Will McIntosh)

"Era un argumento razonable. Además, durante los diez últimos años, las cosas no habían hecho más que empeorar. Apagones, guerra, cincuenta y siete tipos distintos de terroristas, sequías, epidemias... Me recordaba a la anécdota que se cuenta de las ranas: si pones una rana en una cazuela de agua sin tapar y enciendes el fuego, se queda quiera hasta morir escaldada porque no está preparada para identificar los cambios graduales en la temperatura del agua y reaccionar."

Solo los humanos somos capaces de imaginar el final del mundo como una apoteosis, como si fuera la traca final de un espectáculo de fuegos artificiales y después pudiéramos marcharnos tranquilamente con el recuerdo de una gran velada. Creo que no nos merecemos tanto y que seguramente la realidad sea un poco distinta y el principio del fin sea un camino lento, pero seguro, hacía un desenlace sin trompetas, ni la tierra abriéndose para tragarnos bajo cielos incendiados...
El concepto de un final progresivo no es nuevo: lo utiliza Defred cuando explica cómo se llegó a la situación en la que Gilead era una realidad, en "El Ministerio del Futuro" se deja vislumbrar las señales que presagian el desastre o, no hace falta irse a la ficción, los científicos nos están advirtiendo que ya hemos sobrepasado siete de los nueve umbrales que permiten la vida humana sobre la Tierra. 

Esta novela va en esta linea de un desastre progresivamente sutil, un apocalipsis suave que detalla el deterioro económico y, por ende, social; donde la población se enfrenta a epidemias, restricciones de suministros, revueltas, enfrentamientos con diferentes facciones... todo lo que podáis imaginar y peor. Un hundimiento que es aún más doloroso cuando se tiene el recuerdo de otros tiempos cuando las cosas eran sencillas.

Jasper es uno de los tantos desahuciados que vaga intentando subsistir junto a su tribu, soñando encontrar un trabajo para poder costearse un alquiler y dejar de ser un nómada (no vagabundo); aspirar a tener algo de normalidad mientras las cosas vuelven a ser como deben ser. Sin embargo, a pesar de que a lo largo de los años encontrará trabajo (incluso se propondrá buscar novia) la situación solo irá empeorando y cada acción que realice para placar el efecto de una guerra, la plantación de bambú, la diseminación de virus caníbal... será solo un parche que no contendrá el deterioro de todo.
Durante el transcurso de los años este intento por mantenerse a flote, lo irá desgastando y al final el hambre, las muertes que ha visto durante el camino, las pérdidas y todo el sufrimiento le conducirán a un solo final (y aquí hay divergencias de parecer porque al becario le parecía una solución mágica a todo el desastre, mientras que a mí me parecía el comienzo real de ese apocalipsis suave que dicta el título y que hasta el momento el autor nos ha proporcionado una introducción al verdadero nudo).

La novela está llena de situaciones violentas, desgarradoras y crueles, que quizás sea lo que más pueda impactar en un primer momento (además del inquietante parecido con la actualidad), pero en el transfondo prima la confrontación de la persona que crees ser y la que actúa fuera de unos paradigmas que se suponían fijos. Este choque de realidades envuelta del análisis de los límites del aguante ante una devastación continua e inexorable es lo verdaderamente turbador de la novela; porque ¿hasta cuándo se puede mantener la esperanza de que las cosas mejoraran (que deben mejorar)? 

AutorWill McIntosh
EditorialGigamesh
Precio Aprox.6 Eur.
Sentimiento*Doctor Alegre
Valoración

Obtenido enGigamesh

PD: La novela cuenta con una genial presentación de Emilio Bueso.

PD2: Otra opción de lectura sobre mundos colapsados es "La parábola del sembrador"  de Octavia Butler (ambas novelas tienen un transfondo similar, pero luego divergen bastante).

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