"Yo no soy la única que volvió al bosque. Siempre hay gente de paso en el caminito por el que huimos. Cada día el mismo trocito. Con sus cosas a cuestas, con la cara seria. Yo les dije alguna vez que vinieran a bañarse al río, que en la montaña no hay guerra, y más sabia que la guerra, que si estás muerto ya no te pueden matarte otra vez."
Un libro en el que puedes encontrar poesía, dibujos, capítulos narrados por varios personajes (humanos, animales o inertes) de primeras es chocante. Y si, además, lo combinamos con la forma de construir la historia tienes una novela bastante rara, seria una especie de Rashomon en el tiempo (muy cogido por los pelos, pero entendéis la idea).
A través de diversos trozos de realidad se crea una historia que comienza con un hombre muerto al ser atravesando por un rayo, una noche de tormenta. A partir de aquí conocemos y reconstruimos con distintas personajes los acontecimientos de los habitantes de las montañas entre Camprodon y Prats de Molló, tenemos historias narradas por la montaña, las mujeres del agua (basado en los procesos de brujería, Hilari, Cristina, Mia, la niña republicana (uno de las historias más tiernas), un ciervo... todos ellos con su parcela de realidad y de sentimientos, con sus fantasmas y dudas; y todos ellos intentando "ser".
Pero quizás lo que más me sorprendió de la lectura es que según avanzas en ella la historia pierde relevancia y por contra transciende a primer plano la amalgama de voces que configuran ese espacio y ese tiempo para crear un todo en el que prevalecen los sentimientos y en el que se da voz a los que normalmente son silenciados.
Y quizás la finalidad última del libro sea recoger (o querer recoger) la esencia de un espacio habitado por seres fantásticos, humanos y leyendas, un espacio alejado de la ciudad dónde los ritmos y, sobre todo, los recuerdos no se viven igual.
A través de diversos trozos de realidad se crea una historia que comienza con un hombre muerto al ser atravesando por un rayo, una noche de tormenta. A partir de aquí conocemos y reconstruimos con distintas personajes los acontecimientos de los habitantes de las montañas entre Camprodon y Prats de Molló, tenemos historias narradas por la montaña, las mujeres del agua (basado en los procesos de brujería, Hilari, Cristina, Mia, la niña republicana (uno de las historias más tiernas), un ciervo... todos ellos con su parcela de realidad y de sentimientos, con sus fantasmas y dudas; y todos ellos intentando "ser".
Pero quizás lo que más me sorprendió de la lectura es que según avanzas en ella la historia pierde relevancia y por contra transciende a primer plano la amalgama de voces que configuran ese espacio y ese tiempo para crear un todo en el que prevalecen los sentimientos y en el que se da voz a los que normalmente son silenciados.
Y quizás la finalidad última del libro sea recoger (o querer recoger) la esencia de un espacio habitado por seres fantásticos, humanos y leyendas, un espacio alejado de la ciudad dónde los ritmos y, sobre todo, los recuerdos no se viven igual.
| Autor |
Irene Solà
|
| Editorial | Anagrama |
| Precio Aprox. | 17 Eur. |
| Sentimiento* | Yo tenía una casa en un pueblo... |
| Valoración |  |
| Obtenido en | Bibliotecas de Barcelona |
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