Lo bueno de regresar a casa por vacaciones es ver a la gente que está lejos y disfrutar recorriendo los lugares que fueron punto de encuentro durante años.
Como no podía ser de otro modo, la biblioteca de mi barrio era un sitio de peregrinación constante; sin embargo, durante esta última temporada la tenía abandonada.
Pero esto de la nostalgia tiene sus cosas y hace unas semanas me dejé caer por la biblioteca. Ví como había cambiado, pregunté si mi viejo carnet seguía vigente y saqué unos cuantos libros.
Pero mientras estaba en todo este trámite no pude evitar recordar una conversación con una bibliotecaria de aquí:
- Hola, venía a informarme sobre el club de lectura; es que he visto el anuncio y me interesaría participar.
- ¿Pero tu lees? (con cara de perplejidad)
Ante la pregunta entré en estado de alucine, y aunque por mi mente pasó el responder "No, es que estoy interesada en aprender a hacer macramé, pero como aquí no hacéis y por joder he decidido apuntarme a esto", en realidad respondí un escueto:
- Sí.
La bibliotecaria aún no quedo satisfecha y aún indago más por si acaso:
- ¿Me puedes decir los últimos libros que has leído?
Yo le hice una enumeración de los más recientes, los cuales le debieron parecer bien porque me informó del club de lectura y durante mucho tiempo estuve yendo.
Después he regresado varias veces a la biblioteca, pero no acababa de congeniar con la bibliotecaria (hubo alguna conversación más en términos parecidos a la descrita) y acabé por dejar de ir cuando el e-book me solucionó el tema de lecturas veraniegas.
A pesar de esta mala experiencia, he de decir que siempre que he consultado a un/a bibliotecario/a han sido muy amables y me han atendido perfectamente.
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