En verano mis padres adoptaron una familia de erizos (ellos pasan de perro o gatos, eso es para dummies), así que todas las noches teníamos a los erizos corriendo de un lado para el otro y montando un lío increíble. Al principio se generó un seguimiento mediático de las peripecias de la familia, pero pronto se olvidó el asunto (lo intempestivo de sus horas de visita y que fueran bastante asustadizos no ayudó mucho); sin embargo, yo incorporé a mi rutina esperarlos para ver sus carreras y como los pequeños de la familia hacían desesperar a la madre.
Por eso cuando empecé a leer esta novela no pude evitar recordar mis erizos, vale que el título es alegórico pero una tiene su pequeño corazoncito y en ocasiones (pocas) se pone sentimental. Aunque el sentimentalismo me duró poco, porque la novela es un auténtico tostón.
El argumento se centra en un edificio de un barrio bien de París, concretamente en el número 7 de la calle Grenelle; donde cohabitan una serie de personajes.
Entre ellos destaca Renée, la portera, que día a día interpreta su papel de portera de cara a la galería, aunque en la intimidad sea una persona muy culta (lee libros de filosofía, le gusta Tolstoi...). Pero la careta de portera empieza a resquebrajarse cuando se traslada al edificio Kakuro...
Por otro lado, está Paloma una niña de 12 años que pretende quemar su casa y suicidarse el día que cumpla 13 años, pero que antes realizará un legado a la humanidad escribiendo grandes ideas en su diario.
En el libro se van alternando la perspectiva de estos personajes que nos narran lo que ocurre en el edificio, su percepción del mundo y los estereotipos.
A veces me sorprende mi capacidad para leer libros que no me gustan (igual me lo tengo que mirar), porque ni siquiera me ha gustado como está narrado; aunque el final si que me ha conmocionado e incluso me ha hecho salvar algo bueno del libro.
Una tortura autoinfligida que por suerte ha durado poco, aunque sigo sin entender el "boom" que tuvo cuando salió publicado... voy a llamar a Cuarto Milenio.
Por eso cuando empecé a leer esta novela no pude evitar recordar mis erizos, vale que el título es alegórico pero una tiene su pequeño corazoncito y en ocasiones (pocas) se pone sentimental. Aunque el sentimentalismo me duró poco, porque la novela es un auténtico tostón.
El argumento se centra en un edificio de un barrio bien de París, concretamente en el número 7 de la calle Grenelle; donde cohabitan una serie de personajes.
Entre ellos destaca Renée, la portera, que día a día interpreta su papel de portera de cara a la galería, aunque en la intimidad sea una persona muy culta (lee libros de filosofía, le gusta Tolstoi...). Pero la careta de portera empieza a resquebrajarse cuando se traslada al edificio Kakuro...
Por otro lado, está Paloma una niña de 12 años que pretende quemar su casa y suicidarse el día que cumpla 13 años, pero que antes realizará un legado a la humanidad escribiendo grandes ideas en su diario.
En el libro se van alternando la perspectiva de estos personajes que nos narran lo que ocurre en el edificio, su percepción del mundo y los estereotipos.
A veces me sorprende mi capacidad para leer libros que no me gustan (igual me lo tengo que mirar), porque ni siquiera me ha gustado como está narrado; aunque el final si que me ha conmocionado e incluso me ha hecho salvar algo bueno del libro.
Una tortura autoinfligida que por suerte ha durado poco, aunque sigo sin entender el "boom" que tuvo cuando salió publicado... voy a llamar a Cuarto Milenio.
| Autor | Muriel Barbery |
| Editorial | Seix Barral |
| Precio Aprox. | 9 Eur. |
| Sentimiento* | Se vende |
| Valoración |  |
| Obtenido en | Bibliotecas de Barcelona |
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