Hoy estrenamos una nueva sección mensual, el primer martes de cada mes publicaremos un relato o parte de una historia.
La hemos denominado Galerada, es decir, la prueba de la composición (sin ajustar) que se saca para corregirla; proviene de la palabra Galera, que es la tabla rodeada por listones en la que el cajista va poniendo las líneas de letras para componer la galerada.
Esta parte del blog correra a cargo de Darov, desde aquí mi agradecimiento por compartir sus historias (a pesar de que tuviera que amenazarlo y perseguirlo para que me enviara los textos, pero ya sabes que era desde el respeto y el cariño).
Os dejo con la primera historia, que espero que os guste tanto como a mí; lo malo es que tendréis que esperar hasta el próximo mes para saber como termina.
I
Observaba la ciudad a través de un
amplio ventanal. Ésta se extendía ante sus ojos como un amasijo de
cemento y acero iluminado por luces de colores. En el cielo no se
veían estrellas, ocultas por la tibia luminiscencia de la
contaminación que rodeaba la gran urbe. Leidenfrost se llevó una
copa de fino cristal a la boca, y paladeó el vino tinto que
contenía. Caminó distraídamente hacia la mesa de metacrilato
admirando los intrincados motivos geométricos de la alfombra del
salón (confeccionada en fibras poliméricas sintéticas cuyo aspecto
era el de un tejido natural). Depositó la copa sobre la mesilla y
tomó asiento en uno de los negros sofás que la rodeaba. Respiró
hondo y consultó su reloj atómico de pulsera. Aún faltaban unos
minutos.
II
John Parry trabajaba para una
publicación especializada en biotecnomedicina. Esta nueva disciplina
científica había surgido con el legendario Loren Kapek, el gran
científico que había diseñado el primer robot semiorgánico.
El
doctor Leidenfrost también era biotecnomédico, y Parry había sido
enviado por la revista para escribir un artículo sobre él. Era todo
un honor, puesto que el doctor era famoso por su excentricidad y su
inteligencia. Nunca había concedido entrevistas ni había sido
fotografiado; apenas tenía contacto con un puñado de sus colegas y
hacía años que no asistía a ningún simposio. Parry se preguntaba
qué clase de persona sería el doctor en realidad: no le
sorprendería en absoluto que se tratase de un completo perturbado.
Enfrascado
en sus pensamientos John había llegado al edificio en el que se
alojaba el ilustre doctor. Tras el vertiginoso aumento de la
población mundial a finales del siglo XX, los gobiernos habían
adoptado medidas de urgencia entre las cuales se encontraba una
“racionalización del espacio”. Ahora tan solo grandes empresas,
como la Kapek Corporation, poseían grandes edificios como el que se
erigía ante sus ojos.
Continuará
By Darov
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